Dudas razonables sobre el PIB


Cualquiera que inicie la carrera de economía recibirá, en los primeros días de clases, la suficiente formación para entender que es el PIB. Es un agregado, que se usa para estimar el tamaño de una economía, sumando el valor de los bienes y servicios finales producidos y transados en un periodo dado. Vamos por partes: los periodos suelen ser trimestres o años, mientras que los bienes y servicios deben ser “finales” porque si tomamos en cuenta los productos y servicios intermedios tendríamos una doble contabilidad: la harina que le venden los molinos a los panaderos no se contabiliza por que se supone que el costo de ésta harina está incluido en la marraqueta que vende el panadero (y que si contabiliza en el PIB).
También deben ser bienes y servicios “transados” porque se necesita un valor de mercado para poder cuantificar el PIB. Aquí una primera llamada de atención: esto significa que se dejan afuera todas los bienes o actividades que no reciben remuneración, como por ejemplo las labores del hogar o algunas actividades que se basan en trabajo familiar, como el de muchas pequeñas empresas que no pagan un salario porque se apoyan en el trabajo de la familia. En una economía altamente informal como la boliviana, este es un problema serio a tomar en cuenta.
Es un “agregado” porque intenta mirar el tamaño total de la economía, y aunque hemos avanzado mucho en su desagregación por sectores y regiones, de ninguna manera puede relacionarse directamente con factores cualitativos como la calidad del empleo, la sostenibilidad de las empresas, la productividad y diversificación, los retornos de la inversión y la educación, la calidad de los servicios públicos o una adecuada distribución de la riqueza.
Podemos ejemplificar esto último comparando el PIB per-cápita de Venezuela en el 2017, que ha cerrado cerca a los 7.500 dólares, con el de Bolivia, que resulta ser menos de la mitad para el mismo periodo. Si el PIB fuera una medida tan comprensiva y extensa de la economía, no estaríamos viendo una crisis, de proporciones casi humanitarias, en el caso venezolano.
Hasta este punto ya alcanza para explicar porqué la vinculación del crecimiento del PIB con una obligación laboral, como el doble aguinaldo, es cuestionada por los sectores productivos, ya que es claro que el PIB puede serguir creciendo o ser grande, sin necesidad de que la economía se desarrolle. Sin embargo, ante los anuncios de autoridades, es claro que se va a continuar con esta medida, lo que nos ha llevado a discutir también la última característica del PIB: es una cifra estimada, y como toda estimación, es suceptible de errores o manipulaciones.
Una de ellas, por ejemplo, es el de los índices de precios (deflactores) utilizados para estimar el PIB en términos reales. En particular los referidos a la inversión, que en los últimos reportes del INE muestran una tendencia decreciente, impulsando hacia arriba el crecimiento real de estos agregados. ¿Que significa esto? Pues bien, que el INE nos dice que invertir es hoy más barato (y por lo tanto más rentable) que lo que resultaba en el 2016, 2015 o 2014, o peor aun, que quedarse con mercadería guardada en los depósitos es un buen negocio, lo que es altamente contradictorio si tomamos en cuenta que en el 2017 las tasas de interés han mostrado un incremento considerable, mientras que la inflación ha sido relativamente baja (por lo que no existe ningun incentivo para mantener altos stocks de mercaderías).
También se sostiene que, más allá de las caídas en los volumenes de exportación de los productos agroindustriales como la soya (que en el 2017 fueron casi 32% menos que en el 2016) y la baja productividad del sector agrícola no industrial, la agricultura, en los últimos cinco trimestres ha tenido una incidencia de entre 0,84 y 1% sobre el crecimiento. Es decir, que si el PIB en el primer trimestre del 2018 ha crecido en 4,4%, 0,84% es explicado por la agricultura, mientras en el mismo periodo el 2016 esta cifra era de sólo 0,35% y el crecimiento total había sido de 5,35%.
En otras palabras, estas cifras intentan decirnos que las exportaciones soya no son tan importantes, que el rendimiento de los cultivos en Bolivia se ha disparado extraordinariamente o que las sequías e inundaciones no afectan en lo más mínimo a la producción nacional, algo que resulta sumamente difícil de sostener.
Estos son solo dos ejemplos de una serie larga de dudas que se han planteado desde el sector privado y que deben ser resueltas, ya que más alla de la excesiva politización de cifras, estas sirven para orientar políticas públicas que deberían mejorar las condiciones para invertir, crear empleo digno y generar un proceso de desarrollo sostenible, cosa que va más allá del mero crecimiento del PIB.

Publicado en el suplemento "Animal Político" de La Razón 

Comentarios

  1. Se usaron las tenencias de deg 230 y deg 130, no existe divisas para pagar la deuda externa

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