De un tiempo a esta parte estamos presenciando una fuerte discusión sobre la necesidad de “crédito productivo”, fundamentada en la concepción de que el crédito es una suerte de pomada mágica que cura todas las deficiencias de nuestra economía. Con crédito lograremos despertar nuestro espíritu emprendedor e innovador, lo que hará que cada uno de nosotros se convierta en un pequeño empresario, saldremos así de la pobreza y cada uno de nosotros será dueño de sus propios medios de producción. Nada más alejado de la verdad. En primer lugar porque los emprendimientos deben ser empezados con capital y ese capital debe ser, por definición, poseído por el emprendedor, al menos en una mínima parte. Esta afirmación que resulta algo descarnada cuando pensamos en la infinidad de buenas ideas de negocio que no se llevan a cabo por falta de capital tiene dos fundamentos importantes: el primero está en la señal de compromiso que se debe mostrar con el éxito del negocio, ¿si el emprendedor no arrie...