El costo del control de la inflación y el incremento salarial
La política de control de la
inflación que está llevando adelante el actual gobierno boliviano está basada
en tres pilares fundamentales, utilizando, en primer lugar, medidas monetarias,
a las que los economistas llamamos Operaciones de Mercado Abierto (OMA’s), medidas
de tipo de cambio y medidas administrativas, que en pocas palabras son los controles
de algunos precios de la canasta básica junto con exenciones a sus
importaciones.
En conjunto, estas medidas parecen
haber resultado relativamente exitosas, al menos según lo que muestran los
datos oficiales. Sin embargo, y ante una coyuntura en la que los incrementos
salariales han estado muy por encima de los indicadores de inflación del 2013 y
a los que se les debe agregar las inyecciones de dinero que representaran o
representaron los pagos del doble aguinaldo en el sector privado entre enero y
febrero, correspondiente a la gestión 2013, y muy seguramente del mismo
beneficio para el 2014, es pertinente que se evalúe cuanto le cuesta a los
bolivianos el control de la inflación.
Las OMA’s son ventas de bonos que
hace el Banco Central, normalmente a entidades financieras, pero también a las
AFP’s y últimamente al público en general, de tal manera que se entrega un
certificado por un monto y plazo determinado, al final del cual se le devolverá
ese dinero al dueño de dicho certificado más una suma correspondiente a los
intereses. En el 2013, y a causa del incremento de las presiones
inflacionarias, el BCB se vio obligado a incrementar su oferta de bonos,
llegando, a finales del 2013, a los 2.142 millones de bolivianos, lo que junto
a otros instrumentos monetarios que tuvieron que ser aplicados, sumaron un
total de 7.707 millones de bolivianos en retiros de liquidez.
Evidentemente, estos retiros
tienen un costo financiero (los intereses que hay que pagar por ellos), que
serán mayores cuanto mayores sean las presiones inflacionarias que se registren
en la economía.
La segunda gran herramienta que
se ha estado utilizando, quizás de forma indirecta, es el tipo de cambio. Aquí
es necesario explicar la diferencia entre el tipo de cambio nominal, que se
releja en la cotización del peso boliviano respecto a otras monedas, y que en
el caso del dólar no ha cambiado desde finales del 2011, y el tipo de cambio
real, que además de expresar el precio entre una moneda y otra, toma en cuenta
la evolución de los precios entre dos países, por lo que termina expresando de
forma aproximada el valor de los productos de un país en comparación a los de
otro.
En este sentido, el tipo de
cambio real de Bolivia se ha venido apreciando considerablemente, de hecho, solo
en el 2013, la apreciación real ha sido del 9%, lo que en otras palabras significa
que los precios de los productos bolivianos en este periodo se han encarecido,
respecto a los del resto del mundo, un 9%. Esto evidentemente repercute en la
competitividad de nuestras exportaciones, pero al mismo tiempo facilita la
importación de bienes de consumo que, en un contexto como el que se ha
observado en el 2013, donde las economías vecinas han empezado a devaluar sus
monedas para ganar competitividad, permite mantener los precios de la canasta
de consumo boliviana relativamente bajos.
Evidentemente este mecanismo
tiene un efecto perverso, ya que a medida que la participación de los productos
importados en la canasta de consumo de los bolivianos se hace más importante,
los objetivos de política que se ha planteado el mismo gobierno, como la
soberanía alimentaria, se hacen más difíciles de alcanzar, incrementando además
la vulnerabilidad de la economía boliviana a los vaivenes de las economías
externas.
Finalmente, las medidas
administrativas, que conjugan controles de precios que se llevan adelante cada
tanto, con exenciones o fomentos para la importación, han sido aplicadas
principalmente sobre las etapas iniciales de la cadena productiva, dicho de
otra manera, sobre las materias primas, como las harinas, granos, aceites y
otros que sirven para la elaboración de productos de consumo final.
Estas medidas solucionan el
problema de la inflación en el corto plazo, pero en el mediano y largo plazo desplazan
a muchos productores de materias primas hacia otras actividades, principalmente
comerciales, toda vez que ellos se ven imposibilitados de incrementar sus
ingresos por los controles de precios que enfrentan, haciendo que el aparato
productivo nacional se torne más dependiente de los insumos importados,
aumentando, de nuevo, la vulnerabilidad de la economía boliviana.
En este contexto, en el que poco
más del 20% de los trabajadores percibe los incrementos salariales que se
plantean desde las negociaciones entre el gobierno y la COB, mientras que toda
la población será la que enfrente los efectos inflacionarios de estas señales,
habrá que preguntarse hasta qué punto es sostenible esta actual política
económica.
Artículo publicado en Asuntos del Sur, Economía Bolivia
Artículo publicado en Asuntos del Sur, Economía Bolivia
Comentarios
Publicar un comentario