No sólo es la macroeconomía, son las instituciones!
Algo que se ha
resaltado mucho en los últimos años ha sido el crecimiento económico, la
estabilidad política y social y la inclusión de una gran parte de la población,
tanto en los circuitos políticos como de mercado. En muchos sentidos estas
afirmaciones son ciertas, sin embargo no son productos, por así decirlo, de una
política “instantánea”, sino que son resultados de procesos de larga data.
Por ejemplo, el
crecimiento es resultado de factores como la estabilidad macroeconómica, que se
logró a mediados de los años 80’s, junto con un extraordinario crecimiento en
los precios de las materias primas que pudieron ser aprovechados por la
maduración de proyectos, como el de la venta de gas a Brasil, que comenzaron en
la década de los 70’s.
Evidentemente, los
cambios en los político y social permitieron disipar las tensiones en algunos
sectores disconformes de la población, lo que a su vez genera, de alguna
manera, una mayor inclusión en lo económico y por lo tanto un mercado interno
mucho más amplio. De aquí que la dinámica de la demanda interna haya sido
presentada como uno de los logros de la actual política económica.
Sin embargo la economía
al final es un hecho complejo, que depende tanto de los indicadores fríos que
se exhiben con tanto ahínco, como de los factores institucionales, es decir, de
cómo ser organizan las instituciones, públicas, privadas, formales e
informales, en torno al uso y obtención de los recursos. Y es aquí donde el
actual equipo económico ha mostrado sus mayores fallas.
Contrariamente a
lo esperado, la burocracia se ha mantenido y en muchos casos se ha incrementado,
tanto así que hoy en día como país seguimos en los últimos lugares en los
indicadores que miden los días necesarios para poder abrir una empresa,
exportar o realizar cualquier trámite para llevar adelante una actividad
económica.
En el ámbito
impositivo, las asimetrías se han profundizado, a partir de una política basada
en metas de recaudación y no así en una de simplificación y ampliación de la
base impositiva, algo que es materia pendiente desde hace varias décadas ya y
que no ha sido abordado por esta administración, probablemente por los altos
costos políticos que implicaría corregir estas diferencias.
Junto con la
burocratización del aparato estatal también se observó una excesiva
penalización de las relaciones obrero-patronales, lo que a su vez ha aumentado la ya alta informalidad de la economía. Además, el continuo
incremento de las remuneraciones que perciben los trabajadores (incluido el
doble aguinaldo) no han tenido una contrapartida en incrementos de
productividad. En pocas palabras, se ha encarecido de manera extraordinaria los
costos de producción en el país, haciendo que cada vez seamos menos
competitivos a nivel internacional.
Por otro lado,
muchas de las lecturas económicas que se hacen desde el aparato estatal están
sesgadas a partir de datos que poco o nada recogen la actual realidad
económica, ya que se basan en divisiones de la economía surgidas en la Europa
del siglo XVIII, cuando el sector terciario, es decir de servicios, estaba referido a actividades casi exclusivamente domésticas y por lo tanto muy poco
productivas, algo muy diferente a lo que actualmente sucede.
Esta percepción, que valora más las actividades manufactureras e industriales, se
ha mantenido y de hecho hasta profundizado en la actual política económica,
impulsando la “industrialización” basada en una integración vertical que sigue
dependiendo de los recursos naturales y dejando de lado el desarrollo de otros
sectores, como los servicios, que ofrecen una gran oportunidad de desarrollo e
ingresos para el país.
En este sentido,
mucha de la atención que veremos en los próximos meses se centrará en los
indicadores macroeconómicos, la inflación, las reservas, el tipo de cambio y el
crecimiento del PIB, pero no hay que olvidar que estos son el resultado de cómo
están organizadas nuestras instituciones para producir riqueza, y ese, estimado
lector, es precisamente el problema que no ha cambiado en el proceso de cambio.
Artículo publicado en www.asuntosdelsur.org
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