Los errores en el Ministerio de Economía
La
realidad del modelo económico del actual gobierno, que dicho sea de paso es un
conjunto de políticas económicas ortodoxas a las cuales el adjetivo de “modelo”
le queda grande, es que este se ha basado en el incentivo a la demanda agregada,
impulsada principalmente por el fuerte gasto público, tanto de inversión como
de consumo, y que es posible de sostener gracias al extraordinario aumento en
el ingreso por exportaciones de gas.
Primer
dato: en el 2005 se pagaba algo más de 1 dólar por millón de BTU’s exportado,
mientras que en el 2014 se pagó casi 9 dólares, y en ambos casos se usaba el
mismo método para determinar el precio.
Ahora
bien, aun cuando es evidente que el ciclo de precios altos ha terminado, el
gobierno sigue impulsando un crecimiento basado en el gasto público, lo que se
ha reflejado en el fuerte endeudamiento que se está planificando contraer, y
aunque esto puede generar serios desequilibrios en las cuentas fiscales, no es
el principal problema.
El
problema más grande que enfrenta del país, en términos económicos, pasa por los
graves errores conceptuales que vienen mostrando los encargados de dirigir la
economía boliviana desde el inicio de su gestión.
Explico;
una de las principales preocupaciones del actual ministro de economía es
sostener la demanda, no sólo porque la ha transformado en un dato de validación
política, sino porque a través de ella consigue obtener tasas de crecimiento
relativamente altas y de una fácil manera: gastando.
De hecho, en todas las presentaciones que realizan él y sus funcionarios, el continuo incremento del consumo y la inversión pública es exhibido como un logro del modelo.
De hecho, en todas las presentaciones que realizan él y sus funcionarios, el continuo incremento del consumo y la inversión pública es exhibido como un logro del modelo.
Esto
corresponde a, lo que los economistas llamamos, una perspectiva keynesiana, en
la cual, ante situaciones de bajo crecimiento se eleva la demanda agregada para
reactivar la dinámica económica, de ahí que no importaba si el Estado contrata
gente para cavar zanjas de día y rellenarlas de noche, ya que el objetivo es
mantenerlas ocupadas y, por ende, con ingresos para gastar.
El
modelo keynesiano se aplicó durante la época de la gran recesión en los Estados
Unidos, momento en el cual el desarrollo industrial estaba en pleno auge, por
lo que ante la gran recesión, las fábricas quedaron paradas, dejando al país con
una gran capacidad productiva ociosa. Evidentemente, ese contexto explica mucho
del “éxito” que los keynesianos lograron en ese momento.
El
problema, es que el actual equipo económico ha tomado esta receta sin analizar
el contexto, ya que han aplicado políticas de estímulo de la demanda agregada
cuando las verdaderas restricciones de la economía boliviana pasan más bien por
la oferta, que es sumamente inflexible.
Esto
pasa por varios motivos, el primero es el tamaño de las empresas, que comparadas
con las de las de los países vecinos, es muy pequeño, o por factores
institucionales, que pasan desde la excesiva presión que reciben las empresas
por parte de entidades como el Servicio de Impuestos, hasta desconfianza entre
los mismos empresarios, lo que lleva a que las asociaciones productivas sean
muy difíciles de lograr.
De
todas maneras, el resultado es el mismo,
mientras el gobierno insista en fomentar la demanda, gran parte de los recursos
que se inyectan en la economía salen al exterior como pago por las
importaciones.
Segundo
dato: durante el periodo “neoliberal” (1988 – 2005) por cada dólar de
incremento en la demanda agregada, la producción nacional se incrementaba en
promedio 82 ctvs. de dólar, mientras que los restantes 18 ctvs. eran cubiertos
por importaciones, en cambio, entre 2006 y 2014, la producción nacional sólo
alcanza a cubrir 72 ctvs. de cada dólar gastado en el país.
Evidentemente, en un contexto de bonanza, como la que tuvo que administrar el actual gobierno, el serio error conceptual de sus economistas no se percibía, sin embargo, ahora que será necesario ajustarse los cinturones, la falsa idea de que la economía boliviana es más fuerte sólo porque se ha inflado la demanda agregada con gas no podrá ser sostenible por mucho tiempo más.
Artículo publicado en Los Tiempos
Evidentemente, en un contexto de bonanza, como la que tuvo que administrar el actual gobierno, el serio error conceptual de sus economistas no se percibía, sin embargo, ahora que será necesario ajustarse los cinturones, la falsa idea de que la economía boliviana es más fuerte sólo porque se ha inflado la demanda agregada con gas no podrá ser sostenible por mucho tiempo más.
Artículo publicado en Los Tiempos
Muy buen Blog... te faltó analizar el posible efecto Enfermedad Holandesa que puede haber desatado esta dependencia en el gas.
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