Algunos números de la economía boliviana en 2011


La economía mundial se está desacelerando, no solo por los conflictos en las economías de países avanzados, sino también por el recalentamiento en los mercados emergentes. Una consecuencia de estas tensiones es la repercusión a la baja en los precios de las materias primas, aunque siguen por encima del promedio histórico. En este contexto, el flujo de Inversión Extranjera hacia Latinoamérica ha crecido de forma extraordinaria: hasta el primer semestre de 2011 había superado los 66 mil millones de dólares (de los cuales Bolivia solo capto el 0,5%).
FUENTE: Elaboración propia con datos de la CEPAL, FMI e IBGE.
(a) Los datos de 2011 son estimaciones con información de enero a septiembre.
(p) Los datos de 2012 son tomados de las proyecciones del FMI.
- Dato no disponible.

Evidentemente, Bolivia, al igual que el resto de la región, se ha beneficiado del incremento de precios de las materias primas, lo que se ha traducido en un contexto macro-económico positivo, sin embargo aun en este extraordinario entorno económico, el desempeño de la economía nacional en 2011, se ha mantenido muy cerca del promedio histórico, con un crecimiento del PIB que al tercer trimestre del presente año llegaba al 3,75%. Esto sugiere que el crecimiento del año podría estar en el orden del 4.5 a 4.7% (aunque las previsiones del Ministerio de Economía hablan de un 5,2%).
FUENTE: Elaboración propia con datos del INE.
(1) Los datos de 2011 corresponden al crecimiento al tercer trimestre
Si se observa la composición del PIB por tipo de gasto queda claro que el consumo de los hogares ha sido el mayor determinante del crecimiento de la economía en la primera parte de 2011. La contracara de la moneda: el débil aparato productivo no pudo responder adecuadamente, lo que ha fomentado el crecimiento de las importaciones hasta superar los 6100 millones de dólares (13,8% más que en 2010). Las exportaciones, por otro lado, muestran una preocupante  concentración tanto en productos (gas y minerales) como en mercados. Este panorama profundiza la dependencia y vulnerabilidad de la economía ante las fluctuaciones externas.
En lo que respecta a la situación fiscal más del 31% del Presupuesto General del Estado en 2011 dependía directamente de los ingresos por regalías e impuestos a las materias primas, a lo que se debe agregar la fuerte disociación que se tiene entre la inversión pública y privada, lo que ha llevado a que los extraordinarios volúmenes de inversión pública no tengan los efectos esperados sobre las tasas de crecimiento.
Por otro lado, el fuerte crecimiento de las importaciones de combustibles y lubricantes se ha constituido en uno de los principales problemas para el sector público (se debe agregar también el incremento de las importaciones de alimentos). El tipo de cambio y sobre todo el tipo de cambio real, son temas que se deben observar en el 2012: a lo largo de 2011 se registro un continuo proceso de apreciación real, que ha pasado de 2,3% en mayo a 3,5% en agosto. Esto implica que los precios de los bienes bolivianos se habían encarecido entre agosto de 2010 y agosto de 2011 un promedio de 3,5% más que los bienes de todos nuestros socios comerciales, factor que afecta a la competitividad de nuestras exportaciones.
Esto hace pensar que la política cambiaría está empezando a mostrar serios problemas de inconsistencia dinámica (es decir, que los individuos empiezan a modificar su comportamiento porque las condiciones han cambiado y en ese proceso, las acciones del BCB logran más bien lo contrario a lo buscado), ya que a medida que el tipo de cambio se ha ido revaluado, se han incentivado las importaciones (según el BCB el 70% de la inflación en 2011 se explica por los bienes importados).
Finalmente, el déficit energético en 2012 seguirá vigente. Mas del 65% de la energía generada en 2011 provino de fuentes termoeléctricas (quema de gas), lo que significa que un incremento de generación en el corto plazo está atada a la mayor producción de gas y su consiguiente transporte hacia las centrales termoeléctricas. Esto implica  que se deben considerar también proyectos para el tendido de nuevos ductos o la mejora de los ya existentes, difíciles de lograr si no se establece un marco claro para las inversiones.

Articulo publicado en Página Siete
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