Hora de repensar el “modelo”


Con alegría, mucha debo decir, vi al Presidente dar un informe patrio en el que por fin se admitieron muchos de los problemas sobre los que varios venimos advirtiendo desde hace bastante tiempo. Digo que es bueno porque, en general, la negación como política de Estado, no es buena.
Ahora bien, es claro que la admisión no ha sido de ninguna manera fácil, sino que en alguna medida ha sido obligada por varios factores, de los cuales voy a señalar los tres que creo más importantes y que marcan la necesidad de repensar este conjunto de medidas económicas, llamadas de forma muy suelta “modelo”.
El primer motivo es, sin duda alguna, el de los precios internacionales de las materias primas, los cuales  fueron, son y seguirán siendo relevantes para la economía nacional, contrariamente a lo que se ha intentado posicionar en los últimos años. Es más, durante estos últimos 10 años la dependencia se ha incrementado, no sólo porque nuestras exportaciones primarias se han incrementado considerablemente (pasaron de representar el 50% de las exportaciones en el 2005 a más del 80% en el 2015), sino porque el aparato productivo ha ido perdiendo importancia en la economía nacional. De revolución productiva muy poco, de rentismo mucho.
El segundo motivo: después de 10 años en el gobierno, los vaivenes meteorológicos nos siguen sorprendiendo, aun cuando existen extensos estudios al respecto, y en particular sobre El Niño y La Niña (este último responsable de la actual sequía en buena parte del país). Esto es todavía más preocupante si recordamos que dos de los programas estrella de la actual administración de gobierno son “Mi agua” y “Mi riego”, lo que de alguna manera sugiere que los resultados de estos programas no han sido los esperados. En el siglo XXI, épocas de satélites, ciencia nuclear, ciudadelas del conocimiento y retórica sobre el avance tecnológico, el agua para regar el tomate sigue siendo un problema serio.
En tercer lugar: las variables clave se han vuelto las camisas de fuerza. La política ha dictado la política económica de este gobierno, y eso ha significado fijar metas en base a ciertos indicadores macroeconómicos que suelen reflejar sólo una parte de la salud de la economía. Así, el crecimiento del PIB (como medida de bienestar), el tipo de cambio (como indicador de estabilidad) y las RIN (como factor de acumulación) han sido mal utilizados, cerrando casi toda la discusión económica en torno a un discurso equivocado, confundiendo crecimiento con desarrollo, estabilidad cambiaria con condiciones para invertir e ingresos con riqueza.
El problema de esto último es que a medida que las condiciones externas decaen, el discurso político no puede darse el lujo de hacer los ajustes necesarios en estas y otras variables para minimizar el impacto de una caída que ya está presente.
En este contexto, el “modelo” parece no tener las respuestas que hacen falta cuando los precios están bajos, y eso es porque el consumo interno, por sí solo, es incapaz de sostener una dinámica de crecimiento sostenible y la inversión publica, al margen de los deseos que se puedan expresar en los presupuestos anuales,  depende fuertemente del precio del gas.
Además, el “modelo” ha dejado por fuera a los verdaderos actores de una transformación productiva, ya que en vez de fomentar las condiciones para que la inversión privada despegue, se ha planteado una estrategia de sustitución de la misma, con resultados poco rescatables, sobre todo cuando se trata de verdaderas actividades productivas, como es el caso de ENATEX.
Claramente es un buen momento para repensar la estrategia económica, y sobre todo, los fundamentos sobre los que se evalúa el éxito económico. Que el PIB crezca es bueno, pero de ninguna manera debe volverse en un objetivo en sí mismo, es más bien una herramienta para lograr mayor bienestar, que viene de la mano de mejor empleo, educación de calidad, seguridad, mejores condiciones de vida y entre muchas otras cosas, felicidad. El “modelo” no contempla nada de esto.

Artículo publicado en Los Tiempos y Página Siete

Comentarios

  1. Excelente enfoque, lo malo es que los que gobiernan nuestro país no leen ni entienden y con callar y esconder la cabeza como el avestruz creen que todo está bien.

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  2. Excelente enfoque, lo malo es que los que gobiernan nuestro país no leen ni entienden y con callar y esconder la cabeza como el avestruz creen que todo está bien.

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