Bonos o Subsidios: La sabiduría del abuelo vs. la del burócrata.


¿Bonos o subsidios?, la respuesta, si viviéramos en un una economía de libro, sería ninguno. Sin embargo esa no es la situación, de hecho el uso de estas herramientas en la región se ha hecho cada vez mas frecuente, por lo que la discusión ya no es si los vamos a utilizar o no, sino cual y como.
Un subsidio es una “ayuda” que da el gobierno o algún otro tipo de entidad para estimular el consumo de un bien. Un ejemplo claro en Bolivia es el subsidio a la gasolina, ya que cuando el precio por litro en el resto del mundo esta alrededor de 1 dólar en Bolivia no supera los 60 ctvs. de dólar. En el ejemplo queda clara la naturaleza del subsidio: su objetivo final es modificar el precio del bien en el mercado. Obviamente en una sociedad altamente desigual la idea de modificar los precios para que los más pobres puedan acceder a estos bienes resulta atractiva.
Sin embargo no son los más pobres los que normalmente se benefician de los efectos del subsidio. Para muestra un botón: azúcar. Cuando el precio de este producto se disparo (fruto del varias razones de mercado) el gobierno decidió intentar controlar el precio importando directamente y distribuyendo a través de EMAPA a un “precio justo”. Dicho de otra forma, el gobierno intento modificar el precio del mercado a través de la venta de azucar subsidiada. Los resultados son bastante conocidos, al final el precio del azúcar bajo “por sus propios medios”, es decir, bajo debido a las mismas razones de mercado que lo hicieron subir.
Sin embargo en el medio sucedieron varias cosas no deseadas. Mas allá de las buenas intenciones con las que se pudo haber introducido el subsidio, los efectos positivos se diluyeron ante la presión de grupos de poder que controlaron la comercialización, por lo que al final del día los más beneficiados por los subsidios terminaron siendo solo un pequeño grupo de afortunados.
Por otro lado, los bonos son transferencias de dinero desde el Estado hacia los hogares, que pueden ser condicionadas o no (el bono Juancito Pinto está condicionado a la asistencia de los niños al colegio por ejemplo). Evidentemente estos bonos también pueden ser “atrapados” por grupos de poder, pueden ser malgastados por el receptor del bono o pueden ser utilizados como prebenda electoral.
Sin embargo, los bonos tienen diferencias sustanciales con los subsidios, en primer lugar no distorsionan directamente los precios de mercado, y para quien cree que los precios son la mejor señal que usted, yo o cualquier otra persona tienen para saber, a partir de cuanto cuesta, cuanto vale su trabajo y sobretodo cuanto tiene cada uno, esa característica resulta altamente atractiva.
En segundo lugar, y mas importante aun, le da libertad a los hogares para que ellos decidan en que gastar. Esto no es trivial, ya que identificar las prioridades de cada hogar se hace imposible para un burócrata, no solo por el gran volumen de costosa información que necesitaría, sino por que también esta el sesgo que cualquier individuo puede tener sobre los gustos y prioridades de otra persona.
Dicho de otra forma, decidir entre bonos y subsidios es igual a decidir entre quien va a gastar por usted: el abuelo o el burócrata. Evidentemente es muy probable que el abuelo, una vez que reciba su dinero, gaste un poquito en sus remedios, otro poquito en los regalos a los nietos y lo que resta en lo que a usted le interesa. Pero esa distribución, es infinitamente mas eficiente que la que podría lograr un burócrata sentado en una oficina a miles de kilómetros de usted y haciendo suposiciones sobre cuales son sus necesidades.

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