La inversión pública: 20 años igual.


Durante los últimos días hemos visto informes de gestión de distintos ministerios, en ellos (y muy probablemente en el informe del Presidente el próximo 22 de enero) se hace mención a los extraordinarios volúmenes de inversión pública. Se habla de los miles y miles de millones de dólares que se han invertido y se pone mas ahínco aun en los que serán invertidos en el 2012, situación que se exalta aun mas cuando las autoridades contrastan estas cifras con los escasos cientos de millones que se invertía en el periodo neoliberal.
En este contexto, y tomando en cuenta que una de las relaciones más aceptadas en la economía es aquella que dice que a mayor inversión, mayor crecimiento, cabe preguntar ¿Por qué no crecemos más? Pues bien, la respuesta es tan simple como la que cualquier estudiante de primer semestre de economía podría dar: no se puede comparar papas con manzanas. Me explico, los volúmenes de inversión, gasto e ingreso de hoy en día no son directamente comparables con los de hace cinco, diez o veinte años, ya que lo que se producía, los precios a los que se vendía (y compraba)  y las condiciones que enfrentaba el país en general no son las mismas.
Por lo tanto, para hacer una comparación justa entre lo que se invierte hoy y lo que se invertía hace diez años, habría que observar, por ejemplo, a la inversión como porcentaje del PIB. El ejercicio es bastante simple, sin embargo muestra una realidad bastante desconsoladora: la inversión, en los últimos veinte años, ¡sigue igual! La tasa de inversión pública ejecutada (entre 1990 y 2010) fue en promedio de 7,5% del PIB y alcanzo su máximo en 1992, cuando llego al 9,4% del PIB (algo más de 531 millones de $us). Entre 2006 y 2010 el promedio fue de 7,9%, con el máximo registrado en 2009 con 8,4% del PIB (algo más de 1430 millones de dólares).
 
Además, si se toma en cuenta que la distribución de los recursos obedece en gran medida a la importancia relativa que cada gobierno asigna los diferentes rubros, esta tendencia muestra claramente que la inversión pública era tan valorada en la década de los 90 (época de vacas flacas) como lo es hoy en día (época de bonanza sin duda). Peor aún, los datos muestran que las épocas donde más se invirtió (siempre considerando el contexto) fue entre 1997 y 2001 cuando la tasa de inversión alcanzo el 23,6% del PIB, impulsada sobre todo por flujos de inversión extranjera.
Evidentemente las restricciones de liquidez que el país enfrentaba en los 90’s justifican en alguna medida las bajas tasas de inversión pública, ya que las demandas y necesidades corrientes achicaban fuertemente el espacio fiscal. Sin embargo y sobre todo en los últimos cinco años, estas restricciones han desaparecido, por lo que la explicación sobre la baja inversión pública (si, baja) pasa en gran medida por la ineficiencia del sector público para ejecutar la gran cantidad de recursos disponibles.
Otro elemento que se debe tomar en cuenta es la falta de coordinación entre la inversión pública y privada, de hecho, este es uno de los factores que mejor podría explicar el por qué del bajo impacto que la inversión pública (hoy en día, la principal fuente de inversión) ha tenido en la tasa de crecimiento. En las cuentas nacionales, una cancha de futbol y un parque industrial son considerados, ambos, como inversión en infraestructura, lo que introduce un serio problema de decisión para el Estado, ya que si bien se reconoce la necesidad de mas canchas para nuestros jóvenes, son los parques industriales, por ejemplo, los que aportan más al crecimiento del PIB. Esto implica que si se priorizan las canchas por sobre la infraestructura que apoya al sector productivo, es muy probable que 1500 millones de dólares de inversión pública hoy en día tengan el mismo efecto para el crecimiento que 315 millones en 1990 (una hipótesis que invito a probar).
Para finalizar, está claro que la inversión pública (y evidentemente la privada también) no ha estado acorde al extraordinario momento que los precios de las materias primas han tenido. El 2012 plantea un desafío en este sentido, no solo porque el contexto internacional se muestra algo menos alentador que en años anteriores, sino porque las exigencias sociales están migrando de los temas políticos a los económicos. Habrá que ver si la inversión sigue como va: igual que en los últimos 20 años.

Articulo publica en el portal EL OXIGENO
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