En defensa de los bonos

Desde la “nacionalización” de las empresas petroleras, en Bolivia ha surgido de nuevo una fuerte pugna distributiva entre los diferentes sectores públicos, sociales y estatales. La disputa no es trivial, según YPFB, desde 2006 esta empresa ha recaudado mas de 10 mil millones de dólares por concepto de ingresos, lo que para un país ubicado en los niveles mas altos de pobreza en la región no es poco.

A raíz de esto ha nacido una discusión (por estos días ya un poco enfriada) sobre el mejor uso de estos recursos. Las propuestas son amplias y variadas: van desde el financiamiento de proyectos de inversión e industrialización, pasando por fondos de estabilización, hasta políticas redistributivas basadas en bonos y transferencias de estos ingresos. Por lo tanto la discusión actual gira en torno a una de las preguntas más antiguas que la economía se ha tratado de responder: Quién asigna mejor ¿el Estado o los hogares?

Evidentemente los bonos se han constituido en la opción más simple y utilizada en Bolivia, ya que permiten objetivos que van desde la redistribución de la riqueza hasta la compensación monetaria por servicios o bienes públicos que el Estado no provee, o provee de forma deficiente. Esta característica es la que ha generado críticas que señalan desde el uso político que se les da hasta observaciones técnicas como sostener que las funciones de bienestar social e individual no son normalmente iguales (es decir que pueden existir hogares que valoran mas el consumo de alcohol por ejemplo, mientras que la sociedad espera que se gaste en mas educación).

Como el titulo dice, estas líneas están escritas para defender los bonos, básicamente por que, más allá de las críticas, una de las principales cualidades de las transferencias monetarias directas es la LIBERTAD que le da a los hogares para tomar sus decisiones de consumo. En el aspecto técnico, si bien es cierto que existen hogares que valoren mas la cerveza de fin de semana que la educación de los hijos, lo importante no son los casos atípicos, sino la distribución general que hacen los hogares que reciben bonos, así como evaluar ciertos gastos, como la salud y educación, que solo pueden tener un efecto positivo en el bienestar de las familias en el largo plazo.

Para probar este punto me voy a remitir a datos del Bonosol (aquí aclaro: si bien es cierto que el Bonosol es una transferencia que se ha dejado de dar hace años, este bono se aplico por mucho tiempo, lo que nos proporciona un gran conjunto de datos y además tenía un carácter “universal”). El siguiente gráfico muestra cuanto de su ingreso mensual destinaban los hogares entre 2002 y 2007 que recibían y que no recibían Bonosol, pero similares en otras características (es decir que por cada hogar que recibía Bonosol se busco en las encuestas MECOVI otro hogar que no haya recibido Bonosol, pero que tenga en la medida de lo posible, el mismo numero de integrantes, el mismo nivel de ingreso, estén en el mismo mercado laboral, misma ubicación geográfica, etc.)

Asignación del gasto de los hogares en Salud y Educación por área geográfica.


FUENTE: Elaboración propia con datos de las encuestas MECOVI de 2002 a 2007

Lo impactante de este gráfico es el fuerte incremento del gasto en educación que los hogares que recibieron Bonosol tienen respecto de aquellos que no recibieron. Si usted considera que los receptores del bono eran adultos mayores (que se supone no gastan en educación) este gráfico muestra la racionalidad de los hogares, en el sentido de que recursos percibidos por generaciones adultas se utilizan para formar el capital humano de generaciones mas jóvenes, lo que evidentemente contradice el argumento en contra de los bonos. Sin embargo no solo se debe observar el gasto corriente, sino también la sensibilidad al ingreso de la demanda (es decir cuanto va a variar el consumo de los hogares cuando varia su ingreso) que tienen las familias respecto al consumo de bienes relacionados a la salud y educación.

La siguiente tabla muestra la elasticidad ingreso (esa sensibilidad de la que hablábamos) de los hogares que recibieron y no recibieron Bonosol entre 2002 y 2007. Los resultados que se muestran se pueden entender de la siguiente forma: Después de darle Bonosol a un hogar esta familia esta dispuesta a gastar 115% más de lo que gastaban antes en educación.

Elasticidad Ingreso de la Salud y Educación (2002 – 2007)

Bien

Hogares que recibieron Bonosol

Hogares que No recibieron Bonosol

Salud

1,0141

1,1454

Educación

1,1550

0,9747

FUENTE: Elaboración propia con datos de las encuestas MECOVI de 2002 a 2007

De aquí me quedo con una conclusión: mas allá de la edad del que recibe los bonos en el hogar, cada hogar tienen sus preferencias y necesidades bastante mas claras que cualquier planificador metido en un escritorio de alguna oficina publica. El Bonosol estaba destinado a adultos mayores, por lo que era de esperarse que los gastos del hogar reflejen las necesidades y preferencias de ese grupo de personas, sin embargo fue el gasto en la educación de los más jóvenes la que se vio afectada de forma positiva.

Por lo tanto, estimado lector, amén de las buenas intenciones que pueda tener el sector público, debe tener en cuenta que existe una gran diferencia entre la información sobre los preferencias que usted y su familia tienen y la que posee el gobierno. Mas aun, para que el gobierno o los economistas como su servidor, podamos acortar esta brecha de información entre usted y nosotros, necesitamos de muchos y costosos datos, que en muchos casos (como el de la pequeña evaluación que hacemos aquí) solo se pueden obtener en el largo plazo, mientras que las necesidades a los que los jefes de hogar deben responder son de muy corto plazo.

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