La necesidad de una política industrial 2.0
Para exportar soya, nuestro tercer
producto de mayor exportación y un bien primario por definición, es necesario
desarrollar una serie de habilidades que van desde los servicios logísticos, para
almacenar y transportar el grano, la industria agro-química, o al menos las
capacidades para su aplicación, el manejo adecuado de las semillas, la
metalmecánica, para solucionar los problemas de la maquinaria que se utiliza en
esa actividad y muchas otras más que se constituyen en capacidades muy
complejas pero para nada específicas.
Son complejas, ya que requieren de
planificación, grandes cantidades de información y coordinación entre cada una
de ellas para que toda la cadena funcione, sin embargo no son específicas, ya
que una vez desarrolladas pueden aplicarse a muchas otras actividades o
constituirse en actividades relevantes para la economía en sí mismas.
Ahora bien, la minería y los
hidrocarburos, nuestras principales exportaciones, también requieren del
desarrollo de habilidades muy complejas, al fin y al cabo, ser perforista o
ingeniero en un pozo petrolero no es algo que cualquiera de nosotros pueda
hacer, pero también son habilidades muy específicas, tanto que en muchos de los
casos son muy difíciles de aplicar a otros sectores de la economía y por lo tanto
son menos útiles para apuntalar un proceso de desarrollo productivo y sobre
todo sostenible a largo plazo.
Dado esto, la primera idea que quiero
transmitir es simple: exportar bienes primarios no es malo per sé, la cuestión es si esas exportaciones nos ayudan a
desarrollar habilidades que permitan el emprendimiento de nuevas actividades.
Esto no es una conclusión trivial, sino que es más bien una de las explicaciones
que permiten entender cómo Corea del Sur, India o Turquía entre otros, en sólo 60
años han pasado de exportar bienes primarios como algodón o arroz a productos
como automóviles y microprocesadores.
Ahora bien, aquí la segunda idea clave: la
industrialización, tal y como está planteada en la política pública, no es el mejor
camino para lograr esa senda de desarrollo. El problema es simple,
industrializar nuestros recursos naturales sigue bajo la premisa de crear o
desarrollar sectores cuyas habilidades son aun demasiado específicas respecto
al resto de la economía.
De hecho, mucha de la base teórica sobre
la que se puede sustentar la industrialización, se encuentra en criterios
surgidos en los años 50, donde los encadenamientos, hacia atrás o hacia delante,
parecían ser la respuesta para reducir la dependencia de las economías del sur
de aquellas economías más industrializadas, el cual es claramente un contexto
muy diferente al actual.
Además, el problema con esta perspectiva,
aun en ese momento, fueron los altos costos de oportunidad en los que se
incurrían a la hora de intentar desarrollar los siguientes eslabones de la
cadenas “productivas”, ya que mientras que se destinaban a estos sectores
grandes cantidades de recursos para desarrollar habilidades muy específicas,
aquellas actividades, como la logística, servicios de información y tantos
otros que habrían permitido el desarrollo integral de las economías, no
recibían la atención necesaria.
Ciertamente, el desarrollo de los sectores
“estratégicos” es importante, sin embargo la política pública es demasiado
determinista. Bolivia es un país con potencialidades que van mucho más allá de
la minería y los hidrocarburos, algo que ha sido identificado por las
autoridades del área económica, pero al parecer, no ha sido entendido en su
dimensión actual.
La actual política industrial, es por
decir lo menos, inexistente, principalmente porque se basa en un criterio de
desarrollo atrasado y sobre todo excluyente del sector privado, algo que puede
resultar muy costoso, más ahora que la época de precios altos e ingresos
fáciles parece estar llegando a su fin.Artículo publicado en Página Siete
Hay extenso debate de cómo Corea del Sur (CdS) se desarrolló tan eficazmente. Las posibles causas van desde una herencia cultural tipo Confucionista, pasando por virtudes de recetas neoliberales, hasta efectos benignos de duras dictaduras. La primera hubiera asentado unos cimientos de una devoción hacia el orden social, el bienestar común y la educación. Valores que generaron el combustible para alimentar procesos de cambio radicales después de que CdS quedara en ruinas en 1953.
ResponderEliminarTambién unos creen que fueron las recetas neoliberales, como controlar el gasto público y controlar la inflación. Otros sostienen que fue la dura mano de Park Chung_Hee pero, a la vez, su visión de proteger a los conglomerados familiares industriales que desde entonces han llevado la batuta productiva. Pero a la vez les exigía hacía férreamente responsabilidad por demostrar eficiencia, invertir totalmente en CdS, y eliminar la corrupción. El rol de las Samsung, Dae Wood, etc. en la conducción del poderío industrial es demasiado evidente en cualquier análisis.
Además del legado Confucianista, estaría también esa devoción, sino respeto por la jerarquía familiar industrial. No hay que olvidarse que en el Asia y por décadas se ha estudiado que, a diferencia del occidente, los empleados de una corporación como Samsung o Mitsubishi (Japón) aspiran a permanecer por el resto de sus vidas trabajando, siendo leal, y seguir siendo protegidos por la corporación, es un hogar paralelo.
Resumiendo, las piezas claves del rompecabezas pudieran ser: capitanes privados industriales, una cultura con potente capital social, que incluye una disciplina y capacidad de sacrificio supremo, y la aparición no-episódica de un líder pero con capacidad de construir un proceso económico y de sucesión.
La India ha desplegado a miles de estudiantes de postgrado, sobre todo en ciencias puras y ramas tecnológicas, a las mejores universidades de EEUU, Europa, Rusia pero ya por más de cincuenta años. Y los resultados se ven, en el florecimiento de industrias desde farmacológicas hasta cohetería, pasando por la más grande corporación en acero.
Singapur en pocas décadas ha puesto en marcha un sistema económico exitoso, con similares factores que CdS. Una diferencia con CdS es de los conglomerados familiares, que no los tiene al menos evidentemente, pero la tónica de la educación resalta de manera que llega al virtuosismo. Las inversiones en educación llegan a mucho más de una cuarta parte del PIB por muchos años en esa isla estado. Singapur no tiene recursos naturales – como es el caso de Japón - ni cuenta con agua potable para poner el ejemplo, pero es una potencia económica gracias a su estrategia de invertir en su capital humano.
Cerrando el punto que queremos hacer, preguntamos sopesando la manera en que la administración actual ha usado los enormes recursos conseguidos en estos diez años, ¿qué tipo de apuesta podemos distinguir y descifrar? ¿A qué ha apostado?....
Al fondo de cualquier estrategia de desarrollo, neoliberal o socialista o socialdemócrata o variopinto, se encuentra una cuestión primordial de autoconocimiento, de auto confianza, de madurez, más que ser eruditos en maniobras de inversión, selección de sectores y actores económicos.
Se trata de saber reconocer de qué estamos hechos. Cuáles son nuestras fortalezas culturales, cuáles nuestras virtudes, nuestros valores, nuestros principios, nuestras capacidades hacia nosotros mismos (¿respeto, consideración hacia los demás, búsqueda implacable del bien común), hacia nuestro sistema ecológico, hacia nuestras próximas generaciones? Y saber, además, cuáles son nuestras habilidades, nuestros conocimientos y nuestras meta-competencias operativo-tecnológicas como actores económicos y sociales. ¿De qué realmente somos capaces como arquitectos sociales?
Vale plantearse seriamente, que estaríamos dispuestos a hacer si no contáramos con recursos naturales, ¿de qué nos valdríamos para salir a flote y adelante? Habiendo determinado eso, entonces podríamos elegir cual senda tomar.